martes, 6 de diciembre de 2022

Fresnos y álamos del río Guadyerbas

 

 

El río Guadyerbas, afluente del Tiétar, nace en el Piélago, en las faldas de la sierra de San Vicente, en el robledal que hay entre el pico Pelados y el pico de las Cruces. Después de llenar un pantano, pocas de sus aguas bajan hasta las inmediaciones del pequeño pueblo de Sotillo de las Palomas. 

Pero antes confluye con el arroyo Manoteras en una pradera donde se encuentra la antigua Ermita de Nuestra Señora de Guadyerbas y, cerca de ella, un fresno impresionante y varios álamos no menos singulares, que serán el objetivo final de la ruta que en este artículo proponemos.

Será una corta caminata de casi 3 Km desde Sotillo de las Palomas, regresando por el mismo camino. 

 

 

 

La senda coincide en su mayor parte con el trazado de la Cañada Leonesa Oriental, que pasa por este pueblo, así que es por ella por donde iniciamos el camino. 

Aproximadamente a la mitad del recorrido, cruzamos el río Guadyerbas, sin necesidad de pasar por puente ninguno. Pero antes paramos para admirar dos grandes fresnos inesperados. El primero está pegado a la valla de una finca privada, a la derecha del camino, y posee dos brazos, de 2 y 3 metros de perímetro. El segundo, dentro de la pradera, es de porte espectacular, y de lejos se ve que su tronco puede sobrepasar los 6 metros de perímetro. 

 


Poco más allá, en el punto 68 del itinerario R17, nos sorprende también encontrar junto al camino un almez de 4 metros de perímetro de tronco. Y ya frente a la finca de la ermita, dos buenas encinas, una entera y la otra, de más de 4 metros de perímetro de tronco, con una rama en el suelo.

 


Ya desde este punto se puede contemplar la ermita, rodeada de maquinaria agrícola, así como los árboles que venimos a visitar.

 

 

La pista está interrumpida por una cancela con un prohibido el paso. Para acercarnos a la ermita y a sus árboles singulares habría que pedir permiso a los dueños de la finca.

Lo primero que hacemos, antes de visitar la ermita, es acercarnos a los árboles. 

Nos dicen que el fresno, de enorme tronco, no hace mucho tenía otro simétrico, cosa que ya sabíamos, pues hace muchos años también estuvimos aquí.

 

 

Hoy falta uno de los dos gemelos, pero el que queda aún impresiona.

 


Los álamos que hay un poco más abajo, siguiendo la línea de agua del arroyo Manoteras, poseen troncos de dimensiones similares, alrededor de 9 metros de perímetro.  

 


De esta ermita hay referencias del siglo XIII. Su virgen fue desde entonces un foco de devoción y celebración religiosa para varios pueblos de la comarca. Se cuenta que en ella se celebraban romerías multitudinarias, incluso con representaciones teatrales. Y también rogativas para que la virgen ayudara en tiempos de sequía...

Virgen de Guadyerbas, la hierba no nace / y los corderillos se mueren de hambre. / Virgen de guadyerbas, la del manto azul, / enviadnos agua para todo el común.

Desde hace muchos años, la ermita no solo fue secularizada, sino que sirve para fines mucho más profanos: es simplemente un establo de vacas.

 


Algunos se indignarán y dirán que es una pena... Mejor que las autoridades se hubieran preocupado de restaurarla y mantenerla como bien de interés histórico y cultural... No obstante, menos mal que alguien, aunque sea para el cobijo de las vacas, se ocupó de que no se derrumbaran sus tejados y no se arruinara por completo.

Para el camino de regreso, echaremos un vistazo a unas viejas naves agrícolas semiabandonadas, con una curiosa forma de medios cilindros, que quedan a ambos lados del camino. 

 


Y más abajo, otra vez junto al pequeño cauce del arroyo Manoteras, paramos también junto a un pozo vivo con abrevaderos, antes de aligerar hacia el punto de partida.